El jinete y su caballo: aprender a cuidar de ambos

Muchas veces, en medio de la vorágine diaria, entre tareas, obligaciones y rutinas, empezamos a exigirnos cada vez un poco más sin darnos cuenta de que ese esfuerzo constante puede volverse excesivo.

Las listas crecen, los pendientes se acumulan, y pareciera que nunca alcanza; siempre hay algo más para hacer, para lograr, para sostener.

Y en ese intento de abarcarlo todo, terminamos creyendo que somos una especie de superhéroes, pero nos olvidamos con bastante frecuencia, que simplemente somos humanos: humanos que se cansan, que sienten, que necesitan parar; humanos que a veces también necesitan que alguien les diga “no tenés que poder con todo al mismo tiempo”.

Me gusta pensar en la imagen de que dentro de nosotros habita un jinete. Es nuestra mente la que decide, organiza, proyecta, la que quiere avanzar; pero a veces se olvida de algo fundamental: no puede llegar muy lejos sin su caballo.

El cuerpo, ese caballo sagrado es quien nos sostiene, quien nos lleva paso a paso hacia donde queremos ir. Pero tampoco puede hacerlo solo. Jinete y caballo necesitan escucharse, cuidarse, acompañarse, avanzar en equipo, porque ninguno llega lejos si el otro se queda atrás.

Entonces, la clave está en escucharnos a tiempo, en darle espacio a la necesidad que tiene tanto el jinete como el caballo, en no esperar a que sea el cuerpo el que grite o la mente la que se quiebre.

Porque en esta sinergia de ambos, para poder dar el siguiente paso, es necesario detenernos un momento y chequear a qué ritmo está yendo cada uno. A veces eso implica bajar el ritmo, elegir otro camino o simplemente parar para respirar. 

También podemos aprovechar ese espacio para recalibrar nuestros objetivos, para pulirlos con cuidado, sin perder de vista lo que realmente importa, sin abandonarnos en el proceso. Es un acto de escucha profunda, donde aprendemos a avanzar con más conciencia, con menos peso, y con mayor sintonía entre mente y cuerpo. 

Te invito a pensar:

¿Cómo se sienten hoy el jinete y el caballo que habitan en vos?


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