No sos tus resultados 

A lo largo de la vida, todos nos ponemos metas

Algunas son grandes y transformadoras, como terminar la universidad, conseguir un ascenso o correr una maratón. Otras son más pequeñas y personales, como leer 15 páginas de un libro al día, aprender a cocinar una receta nueva o simplemente ordenar el placard.

A veces lo logramos, y la sensación de satisfacción es enorme. Muchas otras veces, no. Y en esos momentos, es fácil sentir que algo nos falta, que estamos fracasando.

Pero el valor no reside en el resultado. No sos tu título universitario, ni las medallas que ganaste, ni el puesto laboral que no conseguiste o el examen que fallaste. Tampoco sos la casa que tenés, el auto que compraste o el agradecimiento que nunca llegó. Tu valía va mucho más allá, independientemente del resultado o logros. Es el simple final de un proceso en el que pusiste todo de vos. 

El verdadero valor está en el proceso. Pensá en todo lo que pusiste de vos en ese camino. El esfuerzo: todas esas horas de estudio, las noches sin dormir y los fines de semana dedicados a un proyecto personal. No fue fácil, y el simple hecho de que te hayas comprometido a hacerlo ya te hace más fuerte. 

La resiliencia ante los errores: el error no es un final, es un maestro. Cada vez que algo no salió como esperabas, aprendiste algo nuevo. Esas enseñanzas no te quitan valor, te demuestran que tenés la capacidad de levantarte y seguir adelante. Quizás ya lo intentaste antes y no funcionó, pero la valentía de empezar de nuevo y volver a soñar con la misma ilusión es lo que realmente te define. Eso es lo que te convierte en una persona imparable.

La persona que sos hoy es la suma de todas esas experiencias. Es la persona que se arriesgó, que se cayó y se levantó, que aprendió de sus errores y que se atrevió a soñar. Y esa persona, independientemente del resultado final, tiene un valor incalculable.

Vos valés por tu capacidad de intentar, por tu curiosidad que te impulsa a aprender y por tu sabiduría para aceptar que la vida no siempre sale como la planeamos. Y eso está bien.

Así que la próxima vez que algo no salga como esperabas, recordá que tu valor no se mide por un logro o un fracaso que simplemente sucede afuera. 

Tu valor viene del interior: del proceso de crecimiento personal que viviste.



Te invito a pensar:

Hoy, ¿qué estás valorando más en tu vida: los resultados o el proceso que vivís para conseguirlos?

Siguiente
Siguiente

La velocidad no siempre es mejor